La prueba final: dentro del Laboratorio de Motores de Repsol Technology Lab
Repsol Technology Lab, centro de innovación y tecnología del ámbito de la energía puntero en España, alberga un laboratorio de motores para la validación de combustibles y lubricantes. A diferencia de otras salas de pruebas, este espacio no está centrado en el desarrollo de motores, sino que los utiliza como herramienta para evaluar el rendimiento de nuestras gamas de productos.
El laboratorio cuenta con seis celdas de ensayo con capacidad para alojar motores de diversas cilindradas, sean de motos de 50 centímetros cúbicos o de grandes camiones y autobuses. Pero, ¿qué hace único a nuestro laboratorio?
Análisis exhaustivo de datos y parámetros
La clave está en el control absoluto de los parámetros. Los técnicos pueden ajustar con precisión las revoluciones del motor, la temperatura ambiente y del agua del motor, la presión atmosférica o cualquier otra variable relevante durante la conducción. Esto les permite aislar el impacto de cualquier modificación en el lubricante, asegurando que los resultados obtenidos se deben exclusivamente al producto y no a factores externos. Por ejemplo, si modificamos la viscosidad de un aceite para reducir la fricción, podemos observar con exactitud cómo afecta este cambio al rendimiento del motor, manteniendo todas las demás variables constantes.
La adquisición de datos también juega un papel fundamental en este proceso. Gracias a una monitorización exhaustiva mediante distintos sensores en los motores, se pueden recopilar y analizar datos precisos sobre el comportamiento del producto, como su degradación o temperatura. Esta información es analizada para optimizar las fórmulas y asegurar la máxima eficiencia y protección del motor.
Además de las celdas, el laboratorio dispone de una cámara climática para ensayos con vehículos completos. Esta cámara simula temperaturas desde -18°C hasta 50°C, permitiendo evaluar el comportamiento de los lubricantes en condiciones extremas. De esta forma, se cierra el círculo que va desde el desarrollo del producto hasta su validación.
Cabe recordar que en este laboratorio conviven los lubricantes comerciales con los que se desarrollan para competición. Al exigir el máximo rendimiento, la experiencia en pista se convierte en el mejor banco de pruebas para tecnologías que posteriormente se implementan en los productos que llegan al gran público.
Este enfoque está alineado con el objetivo de Repsol, que busca anticiparse a las necesidades del mercado y ofrecer productos que siempre estén a la vanguardia. Por eso, el laboratorio de motores es uno de los ejemplos más claros de ello.