"Un buen lubricante de moto puede cambiar tu manera de conducir"

Silvio

Silvio Frasson está a punto de incorporarse a las oficinas de Repsol en Madrid para asumir nuevas responsabilidades como product manager en Repsol Lubricantes. Tras ocho años liderando el negocio en Brasil —donde fue responsable de operación y administración, evolución de portfolio, red de distribución y relaciones con el sector— se suma ahora al equipo global con un objetivo claro: reforzar el desarrollo y, sobre todo, comunicar de forma más precisa la propuesta de valor de Repsol en un mercado cada vez más competitivo. “Hoy hay muchas opciones y no siempre está claro qué importa al elegir. Tenemos que poner en valor lo que Repsol es”, resume. 

Para Frasson, el valor diferencial de Repsol Lubricantes nace en la pista y se transforma en productos de calle. “Repsol lleva más de 50 años trabajando en competición. No son solo lubricantes de carreras: es tecnología de competición puesta al alcance de la gente”, explica. Recuerda, a modo de ejemplo, la etapa con HRC: “Durante 30 años trabajamos con combustibles y lubricantes específicos. Se desarrollaban gasolina y aceite para cada circuito: había trazados donde se necesitaba más potencia y otros con más exigencia de tracción. Ese nivel de detalle, con datos y pruebas constantes, es el que alimentó nuestra base tecnológica”. 

De ese aprendizaje continuo, añade, surgió la gama Racing, que define como “la traducción de años de competición a un producto de alta gama para la calle, porque ahí dentro hay mucha tecnología probada y validada”. 

Qué distingue a un buen lubricante en moto

Frasson, que lleva tres décadas trabajando con lubricantes y ocho años con Repsol, insiste en indicadores prácticos que cualquier motorista puede percibir. “El embrague es una señal de calidad. Con un buen lubricante, el tacto es consistente desde el primer kilómetro hasta el final del periodo de cambio. Con productos mediocres, empieza bien y pierde rendimiento; con otros, se nota desde el principio que algo no va fino”, señala. Esa degradación se traduce, indica, en cambios menos suaves o dificultad para encontrar el punto muerto. 

La temperatura es el otro gran termómetro del rendimiento. “Un motor que trabaja más frío es más eficiente. Cuando la película del lubricante se rompe y hay contacto metálico, sube la temperatura y baja la eficiencia. La resistencia a la cizalla —la capacidad del aceite para soportar el esfuerzo entre piezas— marca la diferencia: cuanto más resistente es el lubricante, mejor controla la temperatura del motor”, continúa, remarcando que la calidad se identifica por la suma de todas estas características

"En motos, los rendimientos de Repsol están por encima de gran parte de la competencia. No porque lo diga yo, sino por el comportamiento del embrague, la temperatura, la limpieza o el consumo. Lo hemos comprobado con fabricantes de motos”, apostilla. En este sentido, también señala que un buen lubricante también garantiza seguridad y confort, algo que valora todo motero: “A mí me encanta poder subir a una moto y notar que es como una extensión de mi cuerpo. Ahí te das cuenta de cómo un buen lubricante puede cambiar tu manera de conducir”. 

Probar para creer 

A quienes dudan si dar el paso a Repsol, Frasson les lanza un reto sencillo. “Si tienes dudas, pruébalo. La propia máquina te va a explicar lo que pasa: el embrague funciona mejor, la transmisión es más suave, la temperatura del motor se comporta mejor…”, enumera, recalcando que detrás de estas sensaciones no solo está la experiencia en competición, sino también el trabajo del TechLab, donde más de 200 profesionales trabajan diariamente para seguir innovando. “Cuando pruebas una marca con ese respaldo, se nota”, remacha.  

Por eso, su próxima etapa en Madrid le ilusiona por partida doble: contribuir al desarrollo global de la marca y ayudar a que más motoristas entiendan —y sientan— qué hay detrás de cada envase