Qué son los aditivos en los lubricantes: pequeños ingredientes, grandes resultados
Cuando pensamos en un lubricante, solemos imaginarlo como un fluido homogéneo que reduce la fricción y protege las piezas móviles de un motor o maquinaria. Sin embargo, detrás de esa apariencia sencilla se esconde una compleja formulación química en la que los aditivos juegan un papel fundamental. Estos componentes son los responsables de que un lubricante pueda ofrecer un rendimiento superior, adaptarse a condiciones extremas o garantizar la durabilidad de los equipos.
En este artículo, vamos a explicar qué son los aditivos, cuáles son sus funciones principales y cómo marcan la diferencia a la hora de mejorar los lubricantes.
Los aditivos son compuestos químicos que se añaden al aceite base para mejorar sus propiedades naturales o dotarlo de características específicas que lo hacen más eficiente y versátil. En otras palabras, son los ingredientes secretos que convierten un simple aceite en un lubricante de alto rendimiento.
Aunque su proporción en la fórmula suele ser pequeña (un paquete de aditivos puede ir en una proporción entre el 5 y el 30 %), su impacto es de lo más significativo, ya que cada tipo de aditivo cumple una función específica. Así, su combinación permite que el lubricante responda a las necesidades de diferentes aplicaciones, desde motores de alta potencia hasta sistemas industriales complejos. Además, gracias a ellos y las bases sintéticas, se puede alargar la vida útil de los aceites, ampliando los periodos de cambio.
Los aditivos pueden clasificarse según las funciones que desempeñan en el lubricante. A continuación, destacamos algunas de las más relevantes:
Uno de los mayores desafíos en cualquier sistema mecánico es el desgaste por fricción entre superficies metálicas. Los aditivos antidesgaste contribuyen a la formación de una película protectora sobre estas superficies. Así, reducen el rozamiento y, en consecuencia, prolongan la vida útil de los componentes.
A altas temperaturas, los aceites tienden a degradarse, perdiendo sus propiedades y generando residuos perjudiciales. Los antioxidantes y estabilizadores térmicos previenen esta degradación, asegurando que el lubricante mantenga su eficacia incluso en condiciones extremas.
La humedad y los ácidos generados durante el funcionamiento de los motores pueden causar corrosión en las piezas metálicas. Los inhibidores de corrosión neutralizan estos agentes dañinos, de forma que protegen las piezas metálicas del motor.
Con el tiempo, los motores y sistemas acumulan residuos como hollín, barnices o lodos. Los detergentes y dispersantes presentes en los lubricantes ayudan a mantener las superficies limpias, evitando la formación de depósitos y la aglomeración de partículas que puedan afectar el rendimiento.
Un buen lubricante debe ser capaz de fluir adecuadamente tanto en temperaturas bajas como altas. Los mejoradores del índice de viscosidad permiten que el aceite mantenga su consistencia ideal en un amplio rango de temperaturas para una lubricación óptima en todo momento.
En algunos sistemas, como los hidráulicos, la formación de espuma puede reducir la eficiencia del lubricante, debido a la presencia de burbujas de aire en los circuitos, lo que impide que el lubricante funcione en condiciones óptimas. Los aditivos antiespumantes controlan este fenómeno y aseguran un funcionamiento estable.
El desarrollo de aditivos no es tarea sencilla. Cada componente debe cumplir con estrictos estándares de calidad y compatibilidad para garantizar que el lubricante funcione de manera óptima. Además, la combinación de diferentes aditivos requiere un equilibrio preciso: demasiada cantidad de uno puede interferir con la efectividad de otro.
Por ejemplo, un lubricante diseñado para un motor de combustión interna debe equilibrar propiedades como la resistencia al desgaste, la limpieza y la estabilidad térmica, mientras que un aceite industrial puede priorizar la protección contra la corrosión y la capacidad de soportar cargas pesadas. Este delicado balance es el resultado de años de investigación y pruebas exhaustivas.
En cada gota de lubricante hay mucho más que química: hay ciencia, tecnología y un compromiso inquebrantable con la excelencia. Por eso, la innovación es clave para mantenerse a la vanguardia. En Repsol Lubricantes, hemos adoptado tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial (IA) y la robótica para transformar nuestro proceso de desarrollo y optimización de formulaciones.
Gracias a sistemas robóticos, ahora podemos automatizar la preparación de muestras y la realización de ensayos. Esto nos permite analizar simultáneamente una gran cantidad de formulaciones con pequeñas variaciones, lo que permite identificar rápidamente la combinación óptima de aditivos para cada aplicación. Este enfoque ha multiplicado por seis nuestra capacidad de desarrollo, acelerando significativamente el tiempo necesario para llevar nuevos productos al mercado.
La IA también juega un papel crucial al permitirnos predecir el comportamiento de nuevas materias primas, incluidos aditivos innovadores y materiales sostenibles como aquellos derivados de residuos. Esta capacidad predictiva nos ayuda a diseñar lubricantes más eficientes sin necesidad de pruebas físicas y con una optimización de recursos.