“El gran reto es conseguir que todos nuestros lubricantes sean de origen renovable”
Francisco Sanz, Product Design Senior Scientist en Repsol Tech Lab, es un ejemplo claro de cómo la ciencia y la innovación pueden converger para enfrentar los retos de sostenibilidad. Con una sólida formación académica y una trayectoria profesional marcada por la investigación aplicada, Sanz lidera proyectos clave en el desarrollo de combustibles y lubricantes que buscan adaptarse a las exigencias del mercado y contribuir al objetivo de cero emisiones netas de la compañía.
Su trayectoria comenzó en la Universidad Autónoma de Madrid, donde estudió Química. Tras finalizar su licenciatura, trabajó en el laboratorio de combustibles y petroquímica de la Universidad Politécnica de Madrid, que marcó el inicio de su especialización en el área. "Cuando terminé, me puse a trabajar en el laboratorio de combustibles y petroquímica de la Politécnica y, una vez allí, decidí hacer el Máster en Modelización y Análisis de Riesgo del Medioambiente", explica. Estos estudios le abrieron las puertas a un doctorado, que culminó en 2017 con una tesis sobre aceites biodegradables para aplicaciones dieléctricas.
Hoy en día, Sanz trabaja como Product Design Scientist en el laboratorio de formulación de Repsol TechLab, donde su equipo desarrolla combustibles y lubricantes. "Nuestro trabajo principal es diseñar y evaluar fórmulas acordes a las nuevas especificaciones y tecnologías", señala, a lo que apostilla: “Tanto la metalurgia de los motores como la de los activos industriales está cambiando. La geometría y las eficiencias son mucho más exigentes y, por tanto, los combustibles y lubricantes de Repsol se tienen que adaptar.
Uno de los pilares de su labor es la sostenibilidad ya que está involucrado en tres proyectos estratégicos dentro del departamento de Product Design. El primero busca mejorar la eficiencia energética de los aceites lubricantes industriales, evaluando su rendimiento en distintos contextos. Otro de ellos está centrado en la ampliación del catálogo de Repsol mediante nuevas aplicaciones.
En tercer lugar, está el proyecto para desarrollar biobases para obtener los biolubricantes del futuro. "El objetivo de la compañía es ser cero emisiones netas en 2050. Para ello, tenemos que cambiar todo nuestro portafolio de aceites lubricantes de origen fósil por biolubricantes", detalla.
Las biobases pueden producirse por tres vías, principalmente. La primera utiliza hidrógeno renovable obtenido por electrólisis del agua y combinado con CO2 capturado de la atmósfera para elaborar lubricantes sintéticos. Otra opción es el uso de metanol obtenido de la caña de azúcar, que tras un proceso de deshidratación da lugar a bases sintéticas del grupo IV. Por último, también se están aprovechando aceites de cocina usados que, tras ser hidrogenados, generan bases ligeras para aceites industriales. "A partir de ahí originamos biobases que vamos a poder utilizar para nuestros aceites";, detalla.
La trayectoria de Sanz pone de manifiesto el papel crucial de la investigación científica en un contexto donde la sostenibilidad ya no es una opción, sino una necesidad. De hecho, cuando se le pregunta por el mayor reto para su equipo, Sanz lo tiene claro: “Modificar y trasladar todo nuestro portafolio de combustibles y lubricantes de origen mineral a origen renovable”.